EL AMOR Y LA RELIGIÓN
- R.
- 8 nov 2020
- 8 Min. de lectura
A pesar de que mi educación ha sido cristiana, ahora mismo no tengo ninguna religión más que la mía con mi espíritu, mi alma, mi dios o como cada uno quiera llamarlo. Porque simplemente debemos estar bien con nosotros mismos, amarnos a nosotros mismos, así podrás amar al resto y conectarte con tu dios.
Piénsalo de la siguiente manera, supongamos que quieres amar a todo el mundo y que quieras que las personas siempre estén felices a tu alrededor, sobre todo las que más amas. Para que puedas compartirles ese amor, esa sensación de estado emocional de felicidad, paz, etc. ¿Cómo crees que tienes que sentirte tú para poder ofrecer eso? Pues con amor, si tú no estás enamorado de la vida, si no te sientes lleno y con entusiasmo, no puedes compartir eso. Por lo tanto, no podrás dar lo que no sientes. Por mucho que ames a tu hermano, novia, abuela o amigo, si en el momento presente, no te sientes feliz, enamorado y contento, no podrás transmitirlo. ¿Qué sientes dentro de ti? ¿Cómo te sientes ahora? Eso es lo que vas a transmitir. Si no sientes nada, sería como pretender dar agua de una botella vacía, recuerda siempre el mensaje “amarás al prójimo como a ti mismo” y lamentablemente no amamos al prójimo así, porque no sabemos amarnos a nosotros mismos, porque nos mentimos constantemente.
El otro día estaba con un amigo, comiendo en un restaurante y en un momento dado aparecieron más personas en las mesa y entre una y otra cosa nos quedamos hablando seis. No recuerdo cómo llegamos a la conversación de las religiones y como muchos saben, suele ser un tema de conflicto. Una de las personas defendía el cristianismo por encima del resto y es algo que tristemente pasa en el mundo, defendemos nuestras ideas o creencias como si fuesen la verdad absoluta en el universo. ¿Cómo podemos afirmar con tanta seguridad algo así? ¿Cómo podemos ser tan egocéntricos de pensar ese tipo de cosas? Íbamos argumentando el motivo por el cual yo creía que daba igual cualquier religión, que al final lo único importante es el amor porque si te das cuenta, todos los dioses tienen amor infinito, son justos y demás virtudes que se les atribuyen por fe. Pero en este caso hablábamos sobre el cristianismo, igual considero que lo que diré es replicable en cualquier otra religión.
En ese momento, yo decía que era indiferente la iglesia, la religión y demás conceptos creados por el hombre para “encaminar” “ayudar” “manipular” a los demás, porque podemos usar cualquier palabra al respecto ya que en la religión se ha usado de todo para convertir a las personas. Pero si tuviésemos que partir de un principio, una de las “ayudas” más sagradas son los 10 mandamientos, grabados en piedra para enseñarnos lo que debemos hacer para “no salirnos del camino y conseguir el cielo”. Para comenzar, el concepto de culpa, del enseñarte que hagas o no las cosas por miedo al castigo, me parece el peor daño, ya que nos condicionan desde el primer instante. Hay mandamientos que son críticos y que si realmente fuese como dicen, no se salva nadie. No mentiras, por favor, seamos sinceros, ¿Quién no ha mentido o miente? “No consentirás pensamientos ni deseos impuros” ¿Impuros respecto a quién? A mi, a la iglesia, a qué época de la historia de la humanidad. Empiezas a crear conciencias divididas, mentes que justifican sus “pecados” para no quedar mal con el resto, para no humillarse en público o frente a un confesor. Eso hace que te cierres al resto, que no compartas tus sentimientos porque crees que puede ser pecado, porque te dicen que está mal.
Y ¡La confesión! Uno de los mayores creadores de culpabilidad de la historia. Además de usarse para saber los secretos de la gente y usarlos a su favor, manipulando las mentes de los jóvenes a través de esa información, pero claro, como existe el "secreto de confesión" y los curas son "emisarios de Dios" te dicen “Ven hijo mío que en el nombre de Dios yo te perdono y te absuelvo de tus pecados”. Entonces yo debo creer que cuando me confieso y me dicen que estoy perdonado ¿es Dios hablando?, pero en cuanto acaba de absolverme de toda culpa, el cura se enciende un cigarro, se toma una copa de vino y ya, ¿es como yo? ¡Pueden incumplir los 10 mandamientos, tener todos los pecados capitales y no pasa nada, son humanos como el resto. Debemos aceptar lo que nos dicen sin quejarnos, porque si lo haces te castigan, te humillan delante del resto y usan su poder para hacerte sentir menos, ¿eso es predicar con el ejemplo? ¿Eso es amar?
Soy consciente de que no todos son así, pero eso se aplica a cualquier situación, siempre hay buenas y malas personas en todas partes, pero si considero que si predicas algo, procura cumplirlo, sino reconócelo y como sale en las escrituras, el que no tenga pecado que tire la primera piedra y te tiran una detrás de otra.
Según lo que yo entiendo para que la confesión sea válida debe haber arrepentimiento, entonces si yo voy donde mi confesor y no estoy arrepentido no hay Dios que me perdone, pero si lo estoy ¿sí?. Entonces, ¿de qué sirve el confesor? Si estoy arrepentido y Dios está en todas partes, pido perdón, me arrepiento de corazón y listo. Si un humano no puede perdonar mis pecados sino sabe si estoy arrepentido o no ¿por qué tenemos que hacerlo? Si lo único importante es estar arrepentido y a partir de ese momento estás perdonado. Como el ladrón que muere en la cruz, se arrepiente y Jesús lo perdona sólo porque está arrepentido, no porque vaya a confesarse. Pero ¿yo debo estar todo el día pidiendo perdón en un confesionario a una persona que posiblemente tenga más pecados que yo y no me conozca de nada? ¿Por qué las religiones se permiten el lujo de juzgar tanto si tienen enseñanzas como estas y luego no las cumplen?
Voy a repetir la frase que mencioné al principio, que me parece única e importante y a partir de la cual todo lo demás no hace falta: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Si Dios está en todas partes, también está en nosotros entonces debemos amarnos sobre todas las cosas y cómo en consecuencia si está en ti, también estará en el resto, debes amar al prójimo como a ti mismo. ¿Qué más necesitas? Si amas, no mientes, no matas, no pecas y tampoco cometes errores por los cuales te condenarían. ¡Porque todo lo que se hace con amor verdadero está bien! Si amas y cometes un error, te arrepientes y pides perdón de corazón. Solo cada uno de nosotros podremos saber si es de verdad o no, ni un cura, ni tu madre, ni la vecina del quinto lo sabrá, de manera que cada uno debe trabajar su conciencia en el amor, en tener la capacidad de amarse tanto que sepa reconocer sus errores, que sepa ser humilde y no juzgar al resto. No para que no te lo hagan a ti, no haces las cosas para algo, haces las cosas porque así sientes que debe ser.
Si haces las cosas porque te han dicho que así deben ser, no eres tú mismo. Eres una versión limitada de ti. “No puedes decir palabrotas, no puedes vestirte como quieres, no puedes amar a esa persona porque no tiene nada que ver contigo, yo sé lo que te conviene”. De verdad sabes lo que me conviene, pero si ni siquiera sabes lo que a ti te conviene. ¿Cómo se come eso? Si en vez de andar mirando en el resto, miráramos dentro de nosotros mismos, nos daríamos cuenta de que lo ÚNICO que no podemos hacer es juzgar, porque al mirarte te darás cuenta de que tienes que juzgarte primero a ti y aceptarte.
¿Cuántas personas juzgan a otras y les dices y tú? Y te dicen, es diferente, no tiene nada que ver. Obviamente que es diferente, es que si fuese igual y encima tienes la desvergüenza de criticar a la otra persona (que también existen estos casos) serías la definición literal de hipócrita y falso, te estarías creando un “yo” de ti mismo que no existe y por lo tanto dejarías de ser tú. ¿Cómo no puedes ver eso en ti y si verlo en el resto? Porque nos han enseñado a proyectar en el resto y no en nosotros mismos. Porque es muy fácil ser objetivo con los demás y decirles lo que no queremos aceptar nosotros. Pero si no predicamos con el ejemplo, es mejor quedarse callado.
Cuando ves esto, cuando aceptas la persona que eres a pesar de tu pasado, de tus errores, del daño que te has hecho y que has hecho a los demás, tu forma de ver el mundo cambia. Tus sensaciones negativas se convierten en una forma de amor a ti mismo que no conocías, reconoces que has cometido un error y lo aceptas, para poder seguir creciendo como persona, y compartiendo tus experiencias con las personas que amas. Reconociendo tu culpa sin esperar que los demás lo hagan. Si no lo hacen no es tu problema, acabarás alejándote de esas personas y encontrarás las que sintonizan contigo. De ahí la famosa frase, Dios los crea y ellos se juntan.
Cuando empiezas a mirarte a ti mismo, a amarte, curiosamente y por arte de magia, la gente te ama más y tú amas más. Empiezas a sentirte feliz de una manera tan profunda que incluso puede dar miedo, porque como también nos han dicho que eso no existe, que se acaba como el enamoramiento… pues dudamos. O si no aparece la vulnerabilidad, si soy así, si me entrego, soy sincero, amo con todo lo que tengo y siento esa felicidad, ¿Qué va pasar cuando me hagan daño? ¿Cuándo me traicionen?, volvemos al “y si…” mientras que deberíamos quedar en el “y qué…” Ya que si no eres consciente de esto vuelves a tener las ganas de bloquearte un poco por si acaso.
Todo esto es normal, llevamos miles de años de evolución engañándonos a nosotros mismos, haciéndonos creer que no podemos ser siempre felices, que no se puede amar eternamente y que esas cosas son cuentos de hadas. Lo que son cuentos de hadas es creer que la felicidad es un estado constante de que todo esté bien, así como el amor eterno es querer a la otra persona todos los días del resto de tu vida como en las películas. Pero no es así, lo maravilloso de esta vida es ser feliz sabiendo que hay altibajos, amar sabiendo que habrá días que no quieras ni verle, y eso está bien, porque luego querrás verle más. El bien y el mal son parte de nuestra vida, como el sol y la luna, como el frío y el calor, no existe uno sin el otro y son parte de todos. Si amamos y no juzgamos, entenderemos el mal en la otra persona y nos ayudaremos. Vamos a tener miedo, pero el miedo también es parte de la naturaleza, de nosotros y nos hace mejores. Si tenemos el valor de atravesarlo nos sorprenderá la luz que hay después. El amor que sientes al haber cruzado tu oscuridad. Las dificultades de la vida están para hacernos más dulces, no más amargos.
Tú objetivo es hacer lo que sea que estás haciendo con toda tu atención, cuidado, entusiasmo y amor. Porque el camino que estás tomando te lleva a ti mismo.
Cuando empiezas a vivir de esta manera, aceptando, perdonando, amando como realmente sientes, tu capacidad de conectarte con el resto de las personas se intensifica, como si ponerte en su lugar fuese más fácil que antes. Como si entenderles fuese más simple de lo que parecía. Eso hace que las relaciones se nutran de ambos. Amar no es algo que debamos hacer, es algo que nace en ti y debes sentirlo, cuidarlo y compartirlo. Recuerda que el amor propio es el único que llena el vacío que tienes contigo mismo.

Comments